El artículo aborda la difícil situación que enfrentan los refugiados alojados en el cuartel General Arteaga en Carabanchel, Madrid, un centro de acogida temporal que, a pesar de no ser una prisión, está siendo descrito como un lugar donde se vive en condiciones extremas, con restricciones similares a las de un centro de detención.

Aproximadamente 1.900 migrantes se encuentran en este cuartel, que fue habilitado para albergar a personas solicitantes de asilo y refugiados debido a la presión sobre el sistema de acogida en España. Sin embargo, el funcionamiento del centro ha generado fuertes críticas debido a las severas limitaciones impuestas a los residentes. En este centro, los refugiados solo pueden salir de sus habitaciones durante un total de dos horas al día, lo que provoca una sensación de confinamiento y aislamiento.

Esta restricción de libertad es un aspecto clave de la experiencia de quienes viven allí. Un testimonio recogido en el artículo destaca que, para muchos, la vida en el cuartel se asemeja a la de una prisión, con espacios muy reducidos y la imposibilidad de acceder al exterior para realizar actividades básicas, como hacer compras o simplemente disfrutar del aire libre. A pesar de que no es un centro de detención, las condiciones de encierro son tan severas que muchos refugiados sienten que están viviendo bajo condiciones similares a las de un recluso.

El cuartel de Carabanchel es uno de los centros más criticados por su forma de operar, ya que otras instalaciones de acogida en España no aplican las mismas restricciones de tiempo para la salida. La falta de acceso a espacios comunes o zonas abiertas ha exacerbado la frustración de los migrantes, que ven cómo las autoridades no explican con claridad por qué este tipo de medidas solo se aplican en este centro en particular.

A nivel operativo, los responsables del centro justifican las restricciones en términos de organización y control. Alegan que la alta demanda y la necesidad de gestionar el espacio de manera eficiente obligan a imponer límites estrictos sobre el tiempo que los refugiados pueden pasar fuera de sus habitaciones. Sin embargo, estas explicaciones no han sido suficientes para calmar las críticas, que señalan la falta de alternativas viables para garantizar tanto la seguridad de los migrantes como su bienestar.

Fuente original:

Encerrados 22 horas al día, la acogida de refugiados en el cuartel de Carabanchel: “Era como una prisión” | España | EL PAÍS